Reseña de Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas: La construcción social de la realidad
DOI:
https://doi.org/10.23824/ase.v0i16.376Descargas
Resumen
Título: LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD
Autores: PETER L. BERGER y THOMAS LUCKMANN
Editorial: AMORRORTU
ISBN: 9789505180097
Buenos Aires, 2011.
En 2011 se presenta la 22ª reimpresión de este libro publicado por primera vez en 1968. La evidencia de tantas reimpresiones a través de los años da cuenta no sólo de su importancia para las ciencias sociales sino también, paradójicamente, de la actualidad de los conceptos y las ideas que desarrolla, en constante discusión con las teorías y trabajos de Schütz, Weber y Durkheim, según reconocen los autores en el prefacio.
El objetivo principal del estudio que estos dos conocidos sociólogos presentan en este libro corresponde al análisis de la realidad de la vida cotidiana, más específicamente, el análisis del conocimiento que guía la conducta de las personas en la vida cotidiana. La tesis central, que de una u otra forma recorre toda la obra, corresponde a la explicación del orden social como el resultado de un continuo proceso dialéctico compuesto por tres momentos simultáneos que se evidencian en todos los fenómenos sociales: externalización, objetivación e internalización. El conocimiento y el lenguaje, como facultades interrelacionadas, inseparables y mutuamente constituyentes, se encuentran en el seno de ese proceso dialéctico.
La densidad y complejidad del análisis se concentra en los Capítulos II (“La sociedad como realidad objetiva”) y III (“La sociedad como realidad subjetiva”). Si dirigimos el interés al mundo de las emociones, este volumen completo puede ayudarnos a entender parte de dichas realidades pero aun así, los Capítulos I (“Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana”) y III contienen pasajes sobre la objetivación de la expresividad de los seres humanos y la carga emocional de la identificación en la socialización primaria, respectivamente.
En la Introducción (“El problema de la sociología del conocimiento”) los autores intentan ubicar el tratado en el corpus empírico de la sociología y dejan constancia de los motivos por los cuáles su trabajo se aleja de las posturas previas de la sociología del conocimiento, caracterizadas como concernientes al campo de la epistemología y la filosofía. Para ello se valen de un recorrido histórico que atraviesa los antecedentes intelectuales de esta disciplina. Asimismo, realizan una primera aproximación conceptual a las categorías de realidad y conocimiento desde una perspectiva nueva, propia.
En el primer capítulo se establecen los fundamentos filosóficos (para los autores, pre-sociológicos) de su estudio a través de un análisis fenomenológico de la realidad de la vida cotidiana. Ésta se presenta ya objetivada, es decir, constituida por un orden de objetos anteriores a la existencia de las personas y el lenguaje se constituye en medio y continente de significados cuyo cometido principal es integrar al individuo como participante pleno de la dialéctica social. La realidad de la vida cotidiana se presenta, además, como un mundo intersubjetivo, un mundo compartido con otros.
En el segundo capítulo se describe de forma sistemática y detallada el surgimiento del orden social y para ello se recurre a la minuciosa explicación del proceso por el cuál el mundo social llega a ser un mundo objetivo. Comienza en la externalización de la actividad de los seres humanos, continúa en las actividades habitualizadas y tipificadas (rutinas) hasta llegar a la institucionalización de las mismas. El significado de una institución se basa en el reconocimiento de ésta como solución permanente a un problema permanente de la sociedad en la que está inmersa. Las instituciones cristalizan en el momento en que deben ser explicadas a los demás miembros de la sociedad en cuyo momento adquieren historicidad al mismo tiempo que control social. Al volverse históricas estas formaciones se tornan objetivas (preceden al individuo que cuando nace las percibe como dadas). El proceso por el cuál los productos externalizados de los seres humanos adquieren objetividad se denomina objetivación. El mundo institucional es actividad humana objetivada así como lo es cada institución en sí. Una vez objetivado, el mundo social se presenta a la conciencia como ajeno al hombre, aunque haya sido producto de sí mismo.
En el tercer capítulo se completa el análisis del proceso dialéctico que compete a la realidad social con la explicación del tercer fenómeno (que no aparece temporalmente en tercer lugar sino que es simultáneo a la externalización y la objetivación), la internalización. Como decíamos antes, los seres humanos se exteriorizan (externalización) en actividades. A través de ciertos procesos, esa externalización se institucionaliza y el mundo institucional se percibe como realidad objetiva (objetivación) disponible para internalizar (internalización). Las personas no nacen siendo miembros de una sociedad, por tanto, existe una secuencia temporal (aquí sí) en la cuál cada miembro es inducido a participar en la dialéctica de la sociedad. Esa internalización constituye, en primer lugar, la base para la comprensión de los propios semejantes y, en segundo lugar, el punto de partida para la aprehensión del mundo en cuánto realidad significativa y social. Esta captación y aceptación subjetiva comienza cuando el individuo asume el mundo en el que ya viven otros con los cuales, a su vez, se identifica. Esos otros en principio son los padres pero cuando la identificación se generaliza, la persona se reconoce parte de la sociedad. De esta forma, sociedad, identidad y realidad se cristalizan subjetivamente en el mismo proceso de internalización. Esta cristalización se corresponde con la internalización del lenguaje. Lo anterior se da a través de un proceso ontogenético denominado socialización, término algo más familiar para psicólogos y pedagogos. La socialización consiste en la introducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad ó en algún sector de él. Se divide en primaria y secundaria. La primera es aquella que el individuo atraviesa en la niñez y por su intermedio se convierte en miembro de la comunidad. La segunda se reconoce como cualquier proceso posterior que induce a un ser ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo. La socialización primaria es la más importante y, en consecuencia, el éxito de cualquier socialización secundaria dependerá de la semejanza de su estructura con dicha socialización.
Para finalizar, como el título del libro lo indica, para sus autores la construcción de la realidad tiene dos ascendentes muy importantes. Primero, es social, no viene dada por naturaleza (supuestos biologicistas y genéticos) ni por ninguna entidad supra-humana, es construida, modificada y recreada por los hombres a los cuales a su vez determina. Por otro lado y como consecuencia de lo anterior, no es inmutable sino que es susceptible de ser modificada y, de hecho, lo es continuamente por su propio productor. Lo importante, entender que aunque el mundo institucional se imponga como determinante, tiene intrínsecamente la capacidad de ser cambiado.
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