Reseña de Miguel A. Santos Rego (ED.): Políticas educativas y compromiso social. El progreso de la equidad y la calidad

Resumen

Título: POLÍTICAS EDUCATIVAS Y COMPROMISO SOCIAL. EL PROGRESO DE LA EQUIDAD Y LA CALIDAD

Autor: MIGUEL A. SANTOS REGO

Editorial: OCTAEDRO

ISBN: 978-84-9921-088-9

BARCELONA, 2010.

El título es revelador del contenido de esta obra colectiva, especialmente el subtítulo. El libro ofrece a la política, o mejor a los actores políticos públicos y privados, análisis y estrategias para impulsar y poner en tensión dos complejos conceptos: equidad y calidad

El título es revelador del contenido de esta obra colectiva, especialmente el subtítulo. El libro ofrece a la política, o mejor a los actores políticos públicos y privados, análisis y estrategias para impulsar y poner en tensión dos complejos conceptos: equidad y calidad. Equidad es un concepto de cuño aristotélico : lo equitativo,- nos dice el estagirita refiriéndose al derecho- si bien es justo, no lo es de acuerdo con la ley, sino como corrección de la justicia legal. Así pues, de lo que nos habla el libro es, aplicado a la educación,  de que se humanice ésta, que la gestión política de la escuela considere no sólo los aspectos normativos y regulares, que no debe olvidarlos, sino que también preste especial atención a las circunstancias de todos y cada uno de sus alumnos en aras de extender unas reglas de juego más favorables para los desfavorecidos desde el punto de vista social, étnico, cognitivo o motriz, aliviando su suerte y la distancia  distributiva entre unos y otros. El horizonte es una escuela que enseñe la matriz simbólica que ha tejido la sociedad en la que desarrolla su función, los   valores  que no dejan fuera a nadie y el saber científico. Se trata de poner al alcance de todos una formación común que ayude a tejer la autonomía cívica y ética de los jóvenes, al tiempo que mira a su socialización y su relación con el sistema económico. Pero para que realmente sea común hay que preocuparse de las circunstancias que en el día a día impiden, por razones sociales o por la propia estructura del sistema, el acceso a una cultura común igual y obligatoria para todos. Esta es la apuesta del libro, una llamada al esfuerzo colectivo a favor de una tarea inacabada como es asentar y garantizar una cultura común que haga posible una sociedad más cohesionada, más inclusiva, con más juicio y mesura. Pues bien, los autores del libro apuestan sin complejos para que esta extensión del concepto de igualdad se materialice sin menoscabo de la calidad en su intento de reducir la desigualdad, el fracaso y la injusticia. Dicho en otras palabras, en las del propio Santos Rego, la equidad y la eficiencia no sólo no están en conflicto sino que la primera es condición de la segunda. Claro que para sostener esta tesis, que por cierto, como no puede ser de otro modo, atraviesa el discurso del libro, hay que poner el acento en la igualdad de oportunidades y no en la selección de habilidades y en la competencia escolar tan del gusto del neoliberalismo.

Dividida en dos partes, la obra reúne catorce artículos precedidos por un prólogo de Miguel A. Santos Rego que nos aproxima al tema, nos advierte de la necesidad de reforzar el discurso político para favorecer la igualdad, al tiempo que nos presenta la actualidad de los temas que componen el libro y nos reclama un compromiso social con este discurso como estrategia para su circulación dinámica. La primera parte, las políticas educativas en el espacio público, cuenta con seis estudios a cargo de Manuel de Puelles, Alejandro Tiana, Milagros Blanco, Diana Priegue, Rosario Martínez, Alfonso Barcay Lorenzo Moledo. Participantes que abordan la calidad desde una lectura ideológica junto a su compatibilidad con la equidad tomando como fuentes el Informe PISA y el del Consejo Escolar de Galicia, así como los resultados de los estudiantes y distintas políticas articuladas sobre itinerarios educativos, repetición de curso y escolarización en centros públicos y privados. Seis estudios equilibrados en cuanto a su contenido que participan de un cierto reproche a las políticas neoliberales por sus obstáculos deliberados al principio de equidad al considerar la escuela como espacio sujeto a la ley de la oferta y la demanda junto a su desdén por los débiles. Tampoco se olvida el quehacer de la investigación en la implementación de las preguntas y políticas equitativas, abogando por investigaciones prácticas que propongan estrategias de acción política que fundamenten leyes y comportamientos, o dicho en palabras impresas en el libro: la dinámica de optimización seguirá unida no sólo al reto contextual y a otro más conceptual, sino también al de la metodología (con su énfasis en las garantías de los hallazgos que se hagan públicos) y al de cómo mejorar la diseminación y el impacto de los estudios con buenas aportaciones. Ejemplos de respuestas a esta solicitud nos la da la segunda parte del libro que lleva por título Territorio, sociedad civil y progreso de la equidad y la calidad de la educación, que cuenta con la colaboración, entre otros, de Antonio  J. Colom Cañellas, José Antonio Caride, Antón Costa Rico, Ermitas Fernández, Contad Canosa,Gena Borrajo,Miguel Ángel Martín, Agustín  Godás y Xosé Luis Barreiro. El reto asumido por los autores en esta segunda parte es mostrar algunas investigaciones  que complementan, enriquezcan y ayuden a impulsar políticas públicas de equidad con distintos escenarios de análisis, caso de los trabajos dedicados a la infancia, escuelas rurales, inmigración, fracaso escolar, etnia gitana, etc. Trabajos de campo arropados por otros de tono más conceptual a favor de ceder protagonismo al ámbito local como instrumento contingente y de participación, sin olvidar el papel de lo ético-cívico en la formación de la gente para mantener y crear una sociedad más justa y libre.

Frente a la huida de los problemas que propone el neoliberalismo y su mercantilización de la cultura, el libro nos invita a una reflexión sobre las realidades que conviven en nuestras aulas, de los sujetos que las pueblan  cuyas situaciones son diversas en origen, pues el punto de partido es distinto según los grupos culturales y sociales y las estrategias puestas en marcha por las familias. Pero no sólo hay una desigualdad de origen, sino que esta se alimenta durante el mismo proceso educativo, en la escuela, con su gramática de funcionamiento, lo que explica que la desigualdad persista en la salida. ¿Cómo conciliar los conocimientos, competencias y valores que la escuela transmite con una distribución real del principio de igualdad para que los resultados sean lo menos injustos posibles? A esta pregunta sobre las consecuencias de las acciones educativas dedica el libro la mayor parte de sus reflexiones en el espacio plural que representan sus distintos artículos. Pero esta invitación a la reflexión exige de modo explícito, como bien señala el título, un acento personal: compromiso. En efecto, la escritura del libro, de todos sus artículos, no sólo piden equidad en las aulas, sino que vinculan esta no con un juicio externo o una acción dejada en mano de las leyes, sino con el cultivo de la acción, con la entrega personal de cada uno de nosotros. La equidad en la educaciòn no se sostiene únicamente en el discurso ni en las normas e instituciones que la protegen, sino que es imprescindible acompañarla de un decidido compromiso de todos los actores implicados. El juicio y la acción decidida de todos nosotros es el basamento para construir una escuela de masas más equitativa, menos injusta y más centrada en el análisis de sus consecuencias. De aquí que pueda afirmar que el libro cumple una tarea intelectual con una viva ilusión por políticas posibles que movilicen medios a favor de una escuela menos desigual.

ELÍAS RAMÍREZ AÍSA