Review of Ángel Herrero (ED.): Spanish School of deaf-mutes. Lorenzo Hervás and Panduro
Abstract
Título: ESCUELA ESPAÑOLA DE SORDOMUDOS. LORENZO HERVÁS Y PANDURO
Autor: Ángel Herrero (ED.)
Editorial: Universidad de Alicante
ISBN: 978-8479089603
Universidad de Alicante, 2008.
Autor de la reseña: Alfredo Alcina Madueño
Escuela Española de Sordomudos, o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español es la obra de referencia de la versión de Herrero. Aquella fue publicada en 1795 en dos volúmenes por la imprenta Real y por la de Fermín Villalpando de Madrid y, cuyo autor es el jesuita e ilustrado español, Lorenzo Hervás y Panduro, reconocido por su extensa obra (Von Humboldt), especialmente en el campo de la gramática comparada y prefecto de la Biblioteca vaticana del Quirinal.
La mayor parte de los contenidos de esta obra finisecular son imprescindibles para entender las bases y fundamentos de las enseñanzas de los sordomudos al iniciarse el periodo de universalización pública de éstas en España a partir de los albores del XIX. Es una de esas obras de conocimiento necesario sobre las enseñanzas de sordomudos y su lectura y análisis, permiten determinar su marco teórico, antes incluso de que existiese una actividad organizada en el ámbito escolar en nuestro país[1], y de forma resumida se podría decir que es una de las pocas compilaciones y reflexiones, hechas en español, sobre las enseñanzas de sordomudos en los años finales del siglo XVIII. A pesar de estas consideraciones, que podrían llevarnos a predecir una merecida e importante incidencia en la enseñanza de los sordomudos en los años siguientes, hemos de anticipar que no fue así.
Esta introducción de la obra original, necesariamente simplificadora tanto en sus contenidos como en su dimensión e incidencia en las enseñanzas de los sordomudos en España, no tiene más objeto que situar el libro de Ángel Herrero, filólogo y profesor de la Universidad de Alicante: Escuela Española de Sordomudos, Lorenzo Hervás y Panduro[2], con un subtitulo en la portada interior significativo y determinante, "la gramática de la lengua de signos en su contexto metalingüístico y pedagógico". La edición de Herrero, tiene para nosotros, especialmente un objetivo divulgativo, además de científico, y ha sido estructurada en dos partes, claramente diferenciadas:
La primera es un estudio introductorio del autor que conforman un conjunto de reflexiones sobre la obra de Hervás, especialmente sobre los aspectos lingüísticos de la obra:
La gramaticalidad de la lengua de signos, el uso de las señas en la instrucción y educación de los sordomudos, la idea de una gramática universal, la incardinación de estos contenidos en la escuela iniciada por Ponce de León en el XVI, y así otras tantas cuestiones de gran interés, algunas muy bien formuladas y consistentes, y otras también, pero más creíbles desde una óptica más partidaria o favorables a las lenguas de signos. Unas y otras, se expondrán en las líneas siguientes respetando la interpretación que Ángel Herrero hace del original de Escuela Española (1795).
La segunda parte del libro es la expresión de la intención divulgadora de la obra original de Hervás:
La presentación de una versión actualizada, pero también estructurada en torno al pensamiento de Hervás sobre la lengua de signos de sordomudos.
Y este acotamiento ante una obra original un tanto dispersa, permite a Herrero prescindir de contenidos superfluos y le confiere la centralidad que busca y necesita para conseguir su objetivo, y parece que sin afectar a la idea del jesuita. Herrero en "Notas sobre esta edición" anuncia con claridad y anticipación el cambio de ordenación de algunos párrafos y capítulos para promover la coherencia, así como un cambio de estilo para conseguir la mayor legilibilidad de su texto con respecto al original (y que sea cual sea la naturaleza de los lectores lo agradecerán). Esta parte, con carácter general, está al alcance de cualquier lector que encontrará en ella las ideas de la obra original de Escuela Española de Sordomudos, o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español (1795), en las condiciones que hemos manifestado.
Nosotros, tanto para una parte como para la otra del libro, reproduciremos lo más simplificadamente posible y con el mayor de los ajustes, el estudio de Herrero sobre ese universo de ideas relativas a la lengua de signos como idioma o lengua natural de los sordomudos que Lorenzo Hervás tiene a finales del XVIII y que hoy, como ya desde hace algunas décadas, se analizan desde distintos campos disciplinares (lingüístico, pedagógico, psicológico, etc.) pero que también suponen, en el día a día para determinados colectivos de personas sordas un elemento o indicador sustantivo de identidad, si bien, hay que decir que otras personas, también sordas o con discapacidad auditiva ni lo ven ni lo sienten así. Estamos ante un fenómeno (la lengua de signos) que a nadie deja indiferente: a unos porque les afecta personal y vitalmente -los sordos-, a otros: por una relación profesional o académica -lingüistas, maestros, profesores, logopedas, intérpretes, psicólogos, antropólogos, médicos, etc.-, otros por ser responsables políticos y administrativos y tienen que fijar objetivos y recursos para dar respuestas consecuentes, etc., y a un sector que no podemos obviar: las familias, porque el uso o no de la lengua de signos determina modelos de comunicación. En general, se podría decir que también afecta a las sociedades que deben fomentar y normalizar su uso como su no uso, es decir espacios de derechos y de opcionalidad. Por todo esto, y por otras tantas cosas (especialmente la divulgativa y la académica-científica), la obra de Herrero nos parece oportuna y procedente.
Del estudio introductorio de Escuela Española de Herrero, del que ya hicimos una enumeración de asuntos, ahora queremos entresacar algunas de sus ideas y darles una cierta extensión, y en especial:
•a) Escuela Española de Sordomudos de Lorenzo Hervás(1795) es un libro con un contenido lingüístico e innovador. Esta naturaleza se debe a que en sus páginas se plantea la gramática de la lengua de signos, todavía ésta entendida como universal -a la manera de Leibniz y Van Vossins (siglo XVII)-, es decir como un lenguaje de comunicación universal. Herrero considera que Hervás es el primero en intuir la existencia de la <gramática mental de los sordomudos> cuya formulación tiene enormes parecidos con la gramática descriptiva de Chomsky (1981). En cuanto a la cualidad de la obra; Herrero la considera pionera y anticipadora de los estudios angloamericanos de la década de 1960 que, internacionalmente, se consideran el origen del estudio sistematizado de las lenguas de signos (Stokoe 1960, Kyle 1981, etc.).
•b) Lorenzo Hervás no es lingüista, sin embargo es el primero que trata la sordera desde un punto de vista lingüístico, aunque en aquellos años, lo lingüístico no se sintiera tan diferente de lo físico, de la medicina o la mecánica, y es muy probable que su condición personal determine el carácter experimental y práctico de su investigación, que para Herrero se produce en un permanente contacto y observación de los alumnos sordos, a los que siempre mostró afecto y hasta admiración, y además creyó en su capacidad -cosa que tenemos que decir que no era una actitud normal en aquellos y posteriores años-.
•c) Las tesis educativas que Hervás incorpora y disemina en su obra, parten del reconocimiento de que el arte de enseñar a hablar a los mudos es enteramente español. Él se verá en Ponce (que alfabetiza y desmutiza), en Bonet (en la aplicación de la dactilología y la reducción de las letras[3]), y en definitiva en la tradición española previa a la acción escolarizadora que se inicia en el XIX, pero también, y he aquí su aportación y diferencia sustancial con ésta, defenderá el uso de los signos manuales en consonancia con la escuela francesa de L´Epée y Sicard, si bien, pronto considerará -dice Herrero- superados los planteamientos didácticos de los signos metódicos o signos creados ex profeso para ajustar la lengua de signos a los idiomas orales, y se adelantará en 25 años a las propuestas de Bebian (1819), fundamentado en que la gramática de los sordomudos (o de la lengua de signos) está inspirando el método de instrucción de éstos. <Es necesario valerse de las señas manuales o corporales para dar a entender a los sordomudos la sintaxis, o el artificio de los idiomas >. Para Herrero, Hervás aparece como el pedagogo que se pone efectivamente en el puesto o punto de vista de los alumnos sordos, y que valora su protagonismo en la instrucción, y se adelanta dos siglos no en el reconocimiento de una lengua, obra sobre todo de L´Epée, sino de que ésta no es inferior a las lenguas orales, además de que epistemológicamente es fundamental para entender el lenguaje humano.
•d) Pero la Escuela Española de Hervás pasó desapercibida en su tiempo y en los años siguientes en los que se implantan y desarrollan las enseñanzas de sordomudos en España a través de una mínima red escolar. Herrero lo justificará aludiendo a la censura española de las obras de los jesuita expulsos y al propio planteamiento de la obra, en el que Hervás es el primero en no reconocer el interés y valor lingüístico de su libro que reduce a una variedad de discursos útiles y curiosos, y que para aquel no puede ser otra cosa que disimulo de éste. El hecho cierto es que los interesados en la instrucción de los sordomudos, tanto coetáneos como de generaciones siguientes, generalmente, mantuvieron una gran ignorancia sobre esta obra, o al menos, y así lo consideramos nosotros, vieron muy difícil su aplicación práctica.
Ángel Herrero, termina su estudio introductorio haciendo una aseveración consecuente con el planteamiento de su análisis: "la verdadera valoración de ese libro de Hervás, de lo que aún esconde, no puede venir sino de la lingüística que ha visto como en los últimos 35 años se ha desarrollado una amplia investigación sobre las lenguas de signos, mostrando la congruencia de sus gramáticas con los conocimientos tipológicos actuales sobre las lenguas del mundo y dando así, sin saberlo o al menos sin decirlo, la razón a Hervás".
Al lector le queda por descubrir, siempre que estas ideas le hayan interesado, la obra de Ángel Herrero, Escuela Española de Sordomudos, edición que para nosotros tiene el mismo valor, sentido y consideración que la que lleva a cabo la Editorial CEPE (1992) sobre la obra de Juan Pablo Bonet de 1620[4], y también y a través del profesor de Alicante la obra de Lorenzo Hervás y Panduro, Escuela Española de Sordomudos, o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español, que se encuentra disponible en formato digital en la Biblioteca de Signos de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (www.cervantesvirtual.com), de la que Herrero es director.
ALFREDO ALCINA MADUEÑO. Inspector de Educación de Madrid-Capital
[1] La Escuela Municipal de Barcelona a partir de 1800 y el Real Colegio de Sordomudos de Madrid en 1805, inician sus actividades, si bien de manera muy distinta.
[2] Herrero, Á. (2008), Escuela Española de Sordomudos. Lorenzo Hervás y Panduro, Publicaciones de la Universidad de Alicante.
[3] Dactilología o configuración de las letras del alfabeto con las manos. La reducción de las letras consiste en "eliminar la parte muda e inútil del nombre de cada letra...", CEPE, obra a citar en párrafos siguientes, p.33.
[4]PABLO BONET, J. (1620), Reducción de las letras i arte para enseñar a ablar a los mudos, Madrid, Imprenta de Francisco Abarca de Angulo. La editorial CEPE (1992) ofreció una edición actualizada de dicha obra a la que incorporó un estudio crítico y biográfico sobre el autor realizado por Jacobo Orellana y Lorenzo Gascón (1929) junto a un análisis fonético de la misma de Navarro Tomás. Reducción de las letras es una de las obras fundamentales para comprender los fundamentos metodológicos y de intervención en la instrucción y educación de los sordomudos desde un punto de vista histórico.
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