Review about Manuel de Puelles Benítez: State and education in Liberal Spain (1809-1857). A frustrated National Education System
Abstract
Título: ESTADO Y EDUCACIÓN EN LA ESPAÑA LIBERAL (1809-1857). UN SISTEMA EDUCATIVO NACIONAL FRUSTRADO
Autor: MANUEL DE PUELLES BENITEZ
Editorial: POMARES-CORREDOR
ISBN: 9788487682513
Para elaborar y sostener su interpretación, Manuel de Puelles analiza las relaciones entre el Estado liberal y las disputas y orientaciones políticas que delinean el emergente sistema educativo. Y lo hace partiendo de los límites de la experiencia presente.
A pesar de lo mucho que se ha escrito sobre la educación en el siglo XIX, apenas ha sido abordado el tema en su totalidad, considerando críticamente las condiciones de su aparición como sistema sobre la base de una interpretación del lenguaje y acciones de los sujetos involucrados en su construcción. Aún cuando se han expuesto interpretaciones estimables, mayoritariamente han estado centradas en la sucesión hechos y ámbitos sin atender al conjunto coherente de sus variables esenciales. Es más, me atrevería a afirmar que Estado y educación en la España liberal es la primera obra que ofrece un análisis global del proceso de construcción del sistema educativo español, que dibuja las armas político-intelectuales que utilizaron los liberales españoles en la primera mitad del siglo XIX para levantar una organización educativa y educadora de la sociedad liberal mientras derribaban el Antiguo Régimen. De ahí su enorme interés y sus riesgos, que el profesor Manuel de Puelles solventa con un texto claro y comprensible en el que nos ofrece una visión de conjunto que se constituye en marco de referencia de nuevas y más fructíferas interpretaciones.
Para elaborar y sostener su interpretación, Manuel de Puelles analiza las relaciones entre el Estado liberal y las disputas y orientaciones políticas que delinean el emergente sistema educativo. Y lo hace partiendo de los límites de la experiencia presente. Su investigación, siguiendo las enseñanzas de maestros como Marc Bloch o E.P. Thompson, camina del presente al pasado: si nuestro sistema educativo actual no ha tenido la potencia que alcanzó en los países más desarrollados, la respuesta debe buscarse en sus orígenes, en el modo y manera como el Estado liberal lo construyó.
¿Y cómo lo construyó? Su tesis, expuesta con fundada convicción, se resume así: tras el frustrado intento del liberalismo gaditano por edificar un sistema educativo nacional, esto es, un sistema dependiente directamente de las directrices políticas emanadas de las Cortes y, en consecuencia, independiente del poder ejecutivo, a partir de 1834 triunfará un sistema educativo plenamente estatal, convirtiéndose la educación pública en un organismo más del Estado, sujeto y sometido al poder ejecutivo. Ahí radica la significatividad de su tesis y cuyo efecto apunta en el subtítulo - un sistema educativo nacional frustrado -, o lo que es lo mismo: la reducción del sujeto político y social, y con él los ideales de igualdad y democracia, supusieron la incorporación de la enseñanza como aparato del Estado. De este modo, sobre el trasfondo de una guerra civil y el creciente protagonismo del ejército, quedaron relegados los ideales más avanzados de los revolucionarios gaditanos - educación elemental pública, universal y gratuita, secular y uniforme -, para ocupar su lugar los ideales de los propietarios: menos gratuidad y universalidad en la educación, al tiempo que se ponía la enseñanza secundaria y universitaria a su servicio. Tal mutación llevó al abandono de la vieja aspiración ilustrada de la igualdad ante las luces, al sueño kantiano de una sociedad ilustrada, horizonte que tuvo en Condorcet - a cuyo modelo educativo dedica el autor amplia atención - un apasionado defensor.
Entretanto se imponía la centralización, se marginaba a los sectores más democráticos, se extendía la confesionalidad doctrinal por entre los poros de la sociedad y se sustituía la soberanía nacional por la de la inteligencia. Esta dirección que tomaba el Estado liberal tenía sus constructores ideológicos, a los que Manuel de Puelles dedica brillantes páginas: Donoso Cortés, Alcalá Galiano, Juan Francisco Pacheco, quienes se nutrieron del liberalismo doctrinario europeo, especialmente en los textos de Benjamín Constant. Ellos asumen la tarea de difundir una nueva concepción antropológica de hondas repercusiones en la edificación del sistema político y educativo, en la que asocian soberanía e inteligencia. Todos los hombres, viene a decirnos el liberalismo moderado, buscan la felicidad que identifican con la riqueza, a la que dedicarán todo su esfuerzo e inteligencia; si la felicidad que persiguen se identifica con la riqueza, entonces la propiedad, única manera de cuantificarla, no será resultado de la historia o de la explotación, sino de las diferencias de tiempo, capacidad e inteligencia aplicadas. Luego, cuanto más propiedad posee un hombre más capacidad e inteligencia ha aplicado, ha demostrado. Sobre esta base, para que el poder se sustentara sobre las inteligencias, el siguiente paso fue establecer el sufragio censitario, esto es, la restricción del contenido político, social y cultural a una minoría: los propietarios. Entonces, ya reconocidos institucionalmente los más ricos e identificados como los más inteligentes, no solo ocuparán los resortes del Estado, sino que el sistema educativo, ahora estatal, lo modelarán a medida de sus intereses: enseñanza elemental onerosa y sobreestimación de la enseñanza media y superior, reflejándose en la distribución de los estudiantes en una pirámide de estrechísima base, de tronco bastante dilatado y de muy amplio vértice superior.
Estas circunstancias ideológicas, agravadas por un Estado que prefiere invertir en orden público, ejército y religión, dieron por resultado una débil demanda de educación y, por consiguiente, el mantenimiento de altos niveles de analfabetismo. Esto es, un sistema educativo endeble, débil. Débil porque, como afirma Manuel de Puelles, también lo era el Estado liberal. Un Estado atrasado económicamente, que dirige los destinos de una sociedad escasamente cohesionada y que ante las reclamaciones políticas de una población analfabeta utilizará la violencia como instrumento de apaciguamiento. De esta guisa, las esperanzas de construir una nación política basada en la soberanía de los ciudadanos, y con ella un sistema educativo nacional, devino en un Estado dirigido por una élite oligárquica, que puso al sistema educativo al servicio de sus intereses. Involución que, en opinión del profesor Manuel de Puelles, está en la raíz de la debilidad del Estado y de su producción, la nación, al tiempo que se frustraba el sueño de un sistema educativo nacional asentado sobre bases igualitarias. Porque no lo olvidemos, y Manuel de Puelles nos lo recuerda, la planta educativa que levantan los liberales no sólo es para que unas determinadas representaciones impregnen la manera de pensar de los españoles, sino que también persiguen que tales representaciones conformen las relaciones de los sujetos entre sí y de éstos con el poder. Complejo entramado de relaciones y prácticas no rastreado por la investigación. En palabras del autor: está por estudiar la influencia (negativa) que para el nuevo Estado liberal supuso la constitución tardía y endeble del sistema educativo español.
La tesis de Manuel de Puelles se sitúa desde un principio por la senda marcada por Andy Green: el nacimiento de los sistemas educativos se explica en función de la formación y consolidación del Estado que se predica nacional y, en consecuencia, son los factores políticos e ideológicos, sin desdeñar en absoluto los económicos, sociales y culturales, los que tienen un mayor peso a la hora de delinear la planta educativa liberal En efecto, lo que nos ofrece el libro, y de manera excelente con una prosa cuidada y con nervio, es la explicación del nacimiento de nuestro sistema educativo y su imbricación histórica entre los años 1809 y 1857, trazando los ideales y horizontes del liberalismo gaditano hasta concluir en los límites que impuso la élite moderada.
Estamos ante el primer trabajo que aborda el origen ideológico y político de nuestro sistema educativo de una manera global, contextualizada, en el que convergen las ideas con la realidad que estructuran. Para ello el autor no sólo ha recurrido a las aportaciones de investigadores como Margaret S.Archer, Abram de Swaan y Andy Green, sino que ha rastreado la mentalidad de los políticos y administradores a través de sus obras, Diario de Sesiones, disposiciones legales, Boletín Oficial de Instrucción Pública, sin olvidar la prensa de la época y el legajo que reposa en el Archivo a la espera de que se le busque su sentido. Con estos mimbres el profesor Manuel de Puelles ha construido nueve capítulos y un interesante epílogo con una notable consistencia y lógica interna constituida por dos fases: la primera está dedicada al proyecto gaditano, con el trasfondo de los planteamientos derivados de la Revolución Francesa, ingredientes constitutivos de los ideales de nuestros primeros liberales, junto al marco de referencia del Estado josefino; la segunda, que se inicia con el fallecimiento de Fernando VII y culmina en la ley Moyano de 1857, expone cómo después del Estado ideado por el liberalismo gaditano, sustentado en contenidos políticos y sociales asentados sobre la soberanía nacional, se impone el Estado moderado centralizado y con una concepción restringida de la soberanía que redunda en un sistema educativo al servicio de la élite oligárquica que controla el poder.
Pero el libro es más que una explicación de la gestación de nuestro sistema educativo, pues se ensancha cada vez que señala nuevos objetos de investigación. Es decir, no sólo explica e interpreta, sino que, para fortuna del estudioso, apunta qué campos de investigación deben abrirse para enriquecer nuestro conocimiento sobre el origen de nuestro sistema educativo y la conformación del Estado y sociedad liberal. Porque hay muchas maneras de pensar el liberalismo, porque quedan aspectos generales y locales en el terreno educativo por esclarecer, por conocer su relación con la revolución y la formación del Estado liberal. Campos que revelan la complejidad del tema, además de exponer sobre la mesa de los historiadores nuevos y necesarios objetos a elucidar. Y todo ello con un constante cuidado metodológico por lo conceptual, por la palabra que sale a la palestra pública cuando los liberales hablan de Estado e Instrucción pública. Manuel de Puelles no sólo ha enriquecido nuestro conocimiento sobre la génesis de nuestro sistema educativo, sino que a partir de ahora los historiadores tenemos el marco de referencia para, desde una perspectiva comparada e interdisciplinar, ensancharlo, matizarlo, fomentar la investigación y el debate, esclareciendo un período y proceso histórico que ofrece todavía muchos puntos oscuros. Convencido estoy que el tiempo demostrará el rendimiento iluminador de este trabajo.
ELÍAS RAMÍREZ AISA
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