Reseña de Julio Mateos Montero: Genealogía de un saber escolar. El código pedagógico del entorno

Autores/as

  • María Engracia Martín Valdunciel

DOI:

https://doi.org/10.23824/ase.v0i16.378

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Resumen

Título: Genealogía de un saber escolar: el código pedagógico del entorno

Autor: JULIO MATEOS MONTERO

Editorial: OCTAEDRO

ISBN: 978-8499212210

Barcelona, 2011.

Autor de la reseña: M. Engracia Martín Valdunciel

 

PROBLEMATIZAR EL PRESENTE INDAGANDO EN EL PASADO: ANÁLISIS GENEALÓGICO DE UNA DISCIPLINA ESCOLAR.

A la hora de presentar una obra siempre es recomendable mostrar aquellos rasgos del autor que nos permitan entender desde dónde escribe, pues todos sabemos que en función de ese posicionamiento las ópticas sobre la elección del objeto a explorar así como el propio conocimiento varían. Vamos, por tanto, a introducir, en primer lugar, al autor. Y es preciso comenzar diciendo que Julio Mateos Montero es un maestro de enseñanza primaria, jubilado recientemente, y un pensador que reflexiona y escribe en el marco de colectivos de tradición crítica que vienen elaborando desde hace años estudios que comparten una serie de postulados intelectuales. Mateos pertenece, desde su fundación, a principio de los años noventa, a la plataforma de pensamiento crítico e independiente Fedicaria (www.fedicaria.org/) y, dentro de ésta, forma parte del Proyecto Nebraska (www.nebraskaria.es) cuyos componentes han perfilado proyectos específicos de investigación de carácter crítico-genealógico. Comparten estos colectivos tradiciones teóricas y perspectivas similares como son análisis de raigambre marxista, entendido en un sentido muy amplio, o métodos de indagación genealógica de raíz nietzscheana-foucaultiana,  artefactos que utilizan para exteriorizar o desmontar discursos que velan y legitiman realidades consolidadas y supuestamente a-históricas. Junto a estos rasgos, deberíamos añadir otra característica común en sus indagaciones: la interdisciplinariedad es otra peculiaridad que atraviesa las pesquisas tanto de Fedicaria como del Proyecto Nebraska; sus componentes parten de la idea de que los hechos sociales son lo suficientemente complejos como para que a la hora de abordarlos puedan utilizarse de manera flexible y lícita herramientas y miradas que provienen de campos de conocimiento diversos como la sociología, la filosofía o la antropología, la historia, etc. Para obtener una comprensión real del mundo educativo e intentar superar ilusiones que tanto abundan en los estudios sobre educación, a saber el historicismo positivista y el idealismo pedagógico el citado método genealógico es, sin duda, muy recomendable..

Otro aspecto relevante que me gustaría destacar de Mateos – que comparte con el resto de compañeros de viaje de los grupos citados más arriba – es su doble condición de trabajador, maestro en este caso, y crítico reflexivo, que se siente legitimado y con capacidad para pensar sobre los fundamentos del trabajo docente. Lejos de asumir el rol que se espera de un maestro, esto es, en el contexto tecnocrático en que vivimos, de mero ejecutante de los dictados, normas, recomendaciones etc., de los expertos o intermediarios de todo género (bien de diferentes disciplinas o bien psicopedagogos de variada raigambre, da lo mismo), el autor se percibe suficientemente justificado para, a partir de su experiencia como docente, apropiarse de la reflexión crítica y estudiar el medio escolar. Para tal cometido se arma de herramientas epistemológicas de primer orden y se pone manos a la obra. Es una tarea en la que, en realidad, lleva muchos años[1].

En relación con la obra que presentamos, Mateos viaja a través de discursos y prácticas asumiendo la complejidad y la distancia metodológica que tal mediación requiere, actitud que le permite, por ejemplo, enfrentarse críticamente y con conocimiento documentado a auténticos agujeros negros como son, por ejemplo, la relación, nada coherente, controvertida siempre, entre teoría y praxis pedagógicas, o encarar con razones y pruebas las tentaciones del idealismo pedagógico. Así, no es extraño que el propio autor defienda esa suerte de emancipación intelectual de estirpe ilustrada y que cualquier profesional, incluso procedente de otros campos de conocimiento, pueda sentirse interpelado y aludido ante su tentadora propuesta:

«Seguramente la mejor forma de enfrentarse a esa oscura relación entre el pensar y el hacer es que el encargado de enseñar (es decir, el maestro) tome plenamente en sus manos la tarea teórica, se apropie de la reflexión crítica al más alto nivel posible, sin constricciones disciplinares y alejándose, como si fuera la peste, de cualquier tecnicismo didáctico» (p. 169).

Por otra parte, Julio Mateos es un estudioso de grupo, un pensador que se siente cómodo participando en colectivos, comprometido con una determinada forma de entender y generar conocimiento; distanciado de la figura del investigador solitario, o de los grupos de investigación, tan a la page, de carácter productivista, se sitúa en una posición poco común a la hora de pensar y gestar su propia obra. En un mundo que pretende hacer del conocimiento una mercancía más -normalizada, sujeta a la oferta y la demanda, individualizada, ineludiblemente rentable en la lógica economicista del mercado y que, por tanto, genere competitividad y dividendos a su poseedor- la declaración de principios que explicita en la introducción – el hecho de desear conocer y esforzarse intelectualmente en un marco colectivo de pensamiento compartido (p.13)- no deja de ser algo inusual, que atenta contra la lógica especulativa dominante, y al mismo tiempo, estimulante.

Una vez dadas estas pinceladas para comprender, siquiera someramente, dónde se posiciona el autor, vamos con la obra que nos ocupa. Se publica el libro en la colección Educación, historia y crítica, de la editorial Octaedro, dirigida por Juan Mainer. Creemos que el libro encaja en una serie que persigue, a través de investigaciones interdisciplinares con presencia constante de la indagación histórica y la actitud crítica, poner en tela de juicio ideas y prácticas naturalizadas en el medio escolar y que ambiciona hacer de cada título una herramienta de comprensión de diferentes realidades educativas.

El libro Genealogía de un saber escolar: el código pedagógico del entorno, es una condensación de los postulados que su autor defendió en el año 2008 en su tesis de doctorado. Se trata de una síntesis rigurosa y fluida en la que, aligerada de buena parte del aparato documental del trabajo inicial, el lector encuentra lo más sustantivo de sus planteamientos en apenas doscientas páginas. Estamos ante un tipo de discurso muy específico, una narración basada en una tesis, que se distancia de las características que suelen asociarse a la aridez de ese género (rigidez académica en cuanto a la estructura y organización de contenidos, tedioso acopio de datos, etc.). El texto que comentamos tiene ambición y pulsión interpretativa, cuenta con un aparato crítico potente, que no intercepta la voz del autor, y el lector no se pierde en un fárrago de datos o en un arsenal de citas pues el autor le mantiene convenientemente informado sobre sus propósitos o sobre el utillaje que ha de usar para diseccionar su objeto de conocimiento. No es éste, por otra parte, el resumen de una tesis de rápida factura para obtener un grado en el currículum académico: recuerda, más bien, los trabajos de investigación de gestación lenta y minuciosa elaborados por interés, con pasión por conocer y tras una larga andadura intelectual.

¿Cómo construye el andamiaje de su obra Mateos? Los conceptos clave o piedras angulares que le sirven al autor para levantar el edificio de su estudio son dos que el propio Mateos, como buen enseñante que prepara a sus pupilos para la comprensión de las tesis, expone didácticamente en la introducción.

El primero, modos de educación, se trata una noción poderosa, inicialmente empleada por  Carlos Lerena, después reelaborada por R. Cuesta y, más tarde matizada y  ampliada en distintos trabajos por los miembros del Proyecto Nebraska. Y se explica el porqué: estudiar el desarrollo del conocimiento escolar, sus continuidades y sus cambios, requiere tiempos largos y análisis integrados. Se trataría, por tanto, de una categoría heurística para acometer estudios genealógicos, de carácter histórico y social, de las formas de educación y escolarización en el capitalismo; es, en suma, una periodización ajena a los circunstanciales cambios políticos que no afectarían de manera sustancial a procesos longue durée, como es el caso de los educativos. Así, es conveniente aclarar que, para España, los miembros del Proyecto Nebraska, distinguen: el modo de educación tradicional elitista, que comprendería desde el nacimiento del sistema educativo en el XIX hasta los años sesenta del S. XX, y el modo de educación tecnocrático de masas, que se despliega desde 1970 hasta la actualidad.

La segunda categoría epistémica de que se sirve nuestro autor es el concepto de código pedagógico del entorno; se trata, en palabras de Mateos, de un complejo y maleable conjunto de discursos, prácticas y normas (p. 14) que tienen que ver con la enseñanza del medio; en sustancia, el objeto que construye el propio estudio.

Sobre estos cimientos el autor se propone, y consigue de manera muy ágil y precisa, llevar a cabo una investigación genealógica de un saber, que, tras un largo periodo de gestación de tres centurias, deviene en asignatura y que se conoce como Conocimiento del Medio Natural y Social, una criatura de apenas dos décadas de vida. Mateos detalla los orígenes de un conocimiento escolar que, a diferencia de otros, no tiene un referente definido en una disciplina científica; se trata de un producto genuino del contexto pedagógico que incluye nociones de geografía, ciencias experimentales y tecnológicas. A través de una indagación exhaustiva, el lector asiste a un ejercicio crítico de desvelamiento de aquéllos elementos que conforman la compleja realidad del sistema educativo: diferentes constructos sobre la infancia, las funciones de la escuela en el capitalismo, desiguales formas de distribución y apropiación de saber de los grupos sociales, relaciones y conflictos de saber-poder entre élites reformistas y cultura corporativa del magisterio, evolución de los libros de texto en sus contenidos y su uso en el aula, etc.

El libro se articula en partes bien diferenciadas aunque el autor se siente muy libre para viajar de unas a otras o para relacionarlas de la manera que mejor le conviene. Mateos se sirve de las aportaciones del giro cultural en la Historia de la Educación para abordar su objeto de conocimiento lo que le permite contemplar varias categorías o dimensiones en la formación del código pedagógico del entorno: los discursos, las normativas y las prácticas. Entiende que es éste un entramado complejo en el que las diferentes culturas escolares establecen complejas relaciones de influencias y desafecciones mutuas. Esta obra se plantea, y responde, a preguntas del tipo ¿Por qué la didáctica del medio mantiene una larga trayectoria discursiva sin materializarse en normativa y en praxis? O ¿Por qué se convierte en asignatura del currículum de la enseñanza primaria, precisamente, en el modo de educación tecnocrático de masas? No se engañe el lector: Mateos responde, pero sus conclusiones no despejan todos los problemas que salen al paso; sus resoluciones son, más bien, desasosegantes. Y no es extraño pues, según él mismo advierte, su empeño es problematizar el presente y alimentar la incertidumbre (p.13)

En la primera parte Mateos examina los discursos en que se fundamenta el código pedagógico del entorno, un sedimento arqueológico perfectamente reconocible desde los orígenes de la escuela (p. 20) Revisa la tradición intelectual del saber del entorno en autores de referencia (Comenio, Rousseau, Pestalozzi, Fröbel, Decroly…) subrayando la idea de la existencia a lo largo de todo el proceso de gestación del saber escolar del medio –aunque bien podría ser extensible al saber escolar en general- de un doble discurso antagónico y, al mismo tiempo, complementario. El autor, haciéndose eco de la doble consideración que Lerena asocia a la escuela (liberar/reprimir), ve en Comenio, amén del inventor del artificio universal que sería la escuela, el representante de la corriente de pensamiento que concibe el instrumento escolar como el dispositivo más adecuado para la forja de almas de los tiempos modernos y al niño como tábula rasa sobre la que grabar aquello que precisa para su salvación. En el otro polo, el idealista, Rousseau sería el más señero mentor de la educación natural que piensa al maestro como partero que ha de facilitar que la expresión genuina del niño aflore, que aprenda espontáneamente. Dos miradas, haz y envés, de una realidad compleja y esquizoide, como la escolar, que mientras materializa en la praxis los rasgos esenciales de un discurso, dice perseguir otro. A este respecto dice el autor: la historia del entorno como objeto de estudio escolar es, en gran medida, una historia de un recurrente “quiero y no puedo” (p.32) ¿Por qué? Por lo que respecta al saber escolar del medio, para ejemplificar la idea, aunque hay cierto consenso en la base discursiva, determinados principios didácticos que han pervivido hasta nuestra época -primeramente, aprender de lo próximo a lo más lejano, de lo concreto a lo más abstracto; en segundo lugar, enseñar a partir de la experiencia sensible en el entorno más inmediato antes que los aspectos formales de las cosas; y, por último, la idea de integrar varias materias en el estudio del medio, globalizando el aprendizaje- la machacona realidad habla de otra cosa: se aprende a partir de representaciones, imágenes o textos de la realidad; se estudia, primordialmente, entre los muros de las aulas, no en la realidad circundante; y, por otra parte, la complejidad de todo lo que nos rodea, se simplifica y se desvitaliza en el libro de texto, que se irá perfilando como eje y elemento normalizador del sistema educativo.

Otro rasgo de ese proceso de gestación del saber escolar del entorno es el relacionado con la adscripción de saberes en función de las clases sociales que los aprehenden. La idea de que el saber práctico y útil se destina a las clases trabajadoras y el más abstracto e inútil a las dirigentes es un principio que se explicita sin problema en los discursos pedagógicos de periodos anteriores al modo de educación tecnocrático de masas. Cuando la instrucción se generaliza en el XX, se da un camino inverso, hay un proceso de unificación y se ponen en marcha estrategias que pretenden superar las diferencias sociales mediante fórmulas como la escuela comprensiva (comprehensive school). En este sentido, el autor hace un muy interesante análisis de los manuales de enseñanza en sus orígenes, sus contenidos, métodos o las funciones que cumplen (las lecciones de cosas estarían orientadas a los niños trabajadores en el primer capitalismo -se trata de un saber útil, intuitivo- o la Heimatkunde se dirigirían a la formación del espíritu patriótico, una de las finalidades que se asigna a los nacientes sistemas educativos)

En la segunda parte del libro se aborda el proceso de penetración de los discursos de la pedagogía del entorno en la normativa y las aulas en nuestro país. Se resalta el raquitismo de la escuela primaria y las paupérrimas condiciones de su existencia, dirigida a las clases más humildes (entre los 6 y nueve años, hasta 1900) con contenidos muy precisos: leer, escribir, nociones de cálculo y catequesis de moral y convivencia cívica. Un magro marco para que pudieran desarrollarse los métodos y contenidos de una pedagogía del entorno que fuera más allá de saberes prácticos y utilitaristas. No será hasta finales del XIX, primero con la ILE y, más tarde con la Escuela Nueva que la educación del medio encuentre las condiciones adecuadas de avance apuntando a un aprendizaje en el medio natural y social y centrando el interés por las cosas más allá de su utilidad para el trabajo, incluyendo una orientación científica. No obstante estos presupuestos, el autor nos recuerda que los libros de texto, por lo que a la pedagogía del entorno se refiere, siguen en su estructura y orientación las pautas decimonónicas –esto es, con un marcado cariz utilitarista e instrumental- que se mantienen, prácticamente, hasta la Ley de 1970. Se nos muestra cómo la pedagogía del medio se va construyendo como un conocimiento versátil en el que hay una curiosa coincidencia de métodos y propuestas didácticas al servicio de diferentes ideologías.

En el recorrido hacia su institucionalización, durante el periodo que el autor denomina de transición corta, la década de los sesenta del siglo pasado, se asiste a una serie de cambios sustanciales acelerándose el paso hacia el modo de educación tecnocrática de masas: por lo que respecta a la escolarización se da un aumento en el nivel de bachillerato; en cuanto al desarrollo discursivo, se produce una escisión entre teoría y práctica (hay una ocupación o apropiación del conocimiento teórico y de los resortes político burocráticos del campo naciente de las ciencias de la educación por parte de universitarios a costa, claro está, de los cuerpos que antes se habían ocupado de teorizar, como inspectores, normalistas, etc. ), comienza una fuerte planificación desde el Estado (cuestionarios de 1965, como antecedentes del currículum actual) y aumenta la presencia del mercado a través del libro de texto, que sustituyen programas y libros escolares emanados de la experiencia del maestro, aspectos que se consolidarán en los años 90. La didáctica del entorno se incorpora a la etapa preconstituyente del currículum en 1965 y se centra en los últimos cursos de la primaria, donde se diferencian los conocimientos.

En el capítulo tercero Mateos da cuenta del proceso de institucionalización normativa y disciplinar del conocimiento del medio ya en el modo de educación tecnocrático de masas (se iniciaría a partir de 1970 con la LGE, consolidándose en 1990, con la LOGSE). Se modifica la estructura del sistema educativo que desemboca en un modelo equiparable a las comprehensive school inglesas: nos encontramos frente a una escuela unificada, un conocimiento unificado –independiente de la clase social de los alumnos a que se dirige - y para una infancia -un imaginario que intenta responder al retrato robot de la clase media- unificada. Mateos analiza los agentes e instancias que intervienen en el proceso de construcción del saber del entorno asignaturizado. Tienen cabida en su relato la actuación de los movimientos de renovación pedagógica que brotan en la España de la transición con afán de protagonismo y de cambio, y de los que surgen figuras y discursos, desmemoriados, en la mayoría de los casos, con la herencia del pasado y con claro afán por entroncar con imaginarios renovadores a la medida de sus sueños: La Escuela Nueva es su referente, desconociendo, u olvidando, la tradición pedagógica más reciente asociada al régimen que fenece y del que hay que tomar distancia. Los MRP constituirán la cantera de la que surgen discursos e individualidades que asesorarán al Ministerio para la elaboración del Currículo de Educación Primaria. Es muy interesante cómo el autor analiza el perfil que adopta la pedagogía del entorno en el proceso de materialización en asignatura en función del nuevo contexto (él se refiere a un sistema de necesidad): la educación de masas implica una largo proceso de socialización educativa (con la Ley del 70 la edad escolar llega hasta los 14 años y con la LOGSE se prolonga hasta los 16 años) y permite dar cabida a esta asignatura sin obstaculizar las enseñanzas instrumentales básicas y sin entorpecer la adquisición de conocimientos disciplinares (que irían a continuación). Su concreción en materia escolar implicará una burocratización –no sólo del currículo, también del propio contexto escolar- reflejada en una rígida regulación cronoespacial del conocimiento ligada a cursos, materias, profesores, libro de texto, exámenes, etc., en el marco de una escuela que acentúa su función de tutela y vigilancia, de reclusión, debido al crecimiento de la población urbana a partir de los años sesenta. En la observación de los componentes que perfilan el nuevo saber escolar, Mateos percibe nuevas nociones que se incorporan a la pedagogía del entorno –como sexualidad, ecología y educación ambiental, etc.- o la psicologización e infantilización de la didáctica; en este proceso se detiene en el estudio de los cambios que experimenta el libro de texto para adaptarse al nuevo marco de mercado con necesidades curriculares diferentes (representación de la infancia desclasada, eliminación de contenidos específicos en función del género, desaparición del trabajo infantil, invisibilidad del hambre, pobreza o muerte, inclusión de lo lúdico como elemento motivador para el aprendizaje, etc.) subrayando su función como verdadero elemento regulador y homogeneizador de la enseñanza en el nuevo modo de educación de masas. Curiosamente, en este contexto en el que, finalmente, y tras una larga andadura, el discurso del entorno deviene en saber escolar, se darán las circunstancia para que uno de sus principios didácticos más constantes, la enseñanza activa, el principio de actividad en el aprendizaje, no tenga cabida. Merced a los discursos que, a través de verdaderos tour de force, reconvirtieron la enseñanza activa real en actividad mental (como tarea más sublime, donde el aprendizaje activo es el de la mente y no del cuerpo) y al marco de organización en que se desenvuelve la escuela de masas triunfa la idea de recluir los cuerpos y dar suelta a las mentes en función de aprendizajes significativos y donde tan bien encajan la doxa psicológica y el tecnicismo. En este sentido, los libros de texto de Conocimiento del medio son, a juicio del autor, un claro exponente de esa contradicción, de esa incongruencia entre discurso y praxis: proyectan una idea de activismo pedagógico y, al mismo tiempo, responden a las exigencias del sistema de necesidad de la escuela de masas (orden, silencio y reclusión en el aula).

En el último apartado el autor reflexiona, y nos hace meditar, sobre la salud y previsión de futuro de la joven asignatura en la escuela graduada y en el contexto de una sociedad educadora. El lector atento ha podido inferir a lo largo de la obra que los saberes escolares son fruto de complejos dispositivos y causas y que la realidad educativa suele desmentir los principios sobre los que supuestamente se asienta o de los que es deudora: la no correlación entre principios y prácticas educativas, un leitmotiv en diferentes momentos del texto. Si, tal y como proponen Mateos y C. Lerena, se piensa la escuela como parte de la sociedad, no como una entidad aislada, es factible considerar tanto sus escasos poderes de emancipación como su exigua capacidad de salvaguarda de tradiciones.

Ya para finalizar, podemos preguntarnos a quienes puede interesar la obra. A la hora de responder a esta cuestión primero hemos seguido la praxis bibliotecaria que, una vez analizado el contenido del texto, lo traslada, condensándolo en la medida de lo posible, a palabras clave o descriptores. Nos encontramos, como resultado del aplicar este proceso al texto que nos ocupa, con unos cuantos términos o temas: historia del currículum, historia de la educación, enseñanza primaria, didáctica, disciplinas escolares, saber escolar, conocimiento del medio, evolución histórica del libro de texto, enseñanza, organización de la escuela, consideraciones diversas sobre la infancia, papel del maestro, sociología de la educación, etc. Lo que significa que la obra puede resultar muy útil a cualquier persona que trabaje o tenga inclinación hacia alguno de los temas o materias relacionados con los descriptores o palabras clave que hemos propuesto. O, simplemente, al estudioso o al interesado en la cultura, como es el caso de quien suscribe estas páginas. La obra que comentamos está muy alejada del libro hiper-especializado dirigido a investigadores del campo o disciplina casi en exclusiva. Dista de esas obras onfaloscópicas que diseccionan un objeto a costa de su comprensión o de sus relaciones con contextos o con otras disciplinas. Genealogía de un saber escolar: el código pedagógico del entorno, como puede colegirse de lo anteriormente expuesto, tiene un marcado carácter interdisciplinar y nos sirve para entender una parte sustancial de la historia de nuestro país. Invitamos desde estas páginas a que el autor desarrolle uno de los asuntos transversales, de los variados que cruzan la obra, que más nos han interesado: el libro de texto. Nos ha parecido sumamente ilustrativo el estudio de su evolución y la comparación de esta significativa pieza en diferentes modos de educación. El autor tiene, a tal efecto, mucho trabajo avanzado.

Para concluir, creemos que este texto supone una aportación fundamental para conocer la historia de las disciplinas escolares y, también, contribuye de manera muy significativa a enjuiciar las continuidades y los cambios en la cultura pedagógica española del Siglo XX: en esta obra se analiza cómo los principios de la Escuela Nueva respecto a la enseñanza del medio no se adscriben a posturas ideológicas liberales exclusivamente, y no desaparecen algunos de los aspectos identitarios (aunque, eso sí, descontextualizados y desestructurados) asociados a la didáctica del entorno con la Guerra Civil o el franquismo; antes bien impregnan los Programas Nacionales de primera enseñanza, redactados en el bando sublevado en 1938, aliñados convenientemente de retórica nacionalista, y los cuestionarios de 1953, cuando se aspira a asentar una escuela nacional. Es éste un aspecto de sumo interés que ha llevado al autor, junto a su compañero Juan Mainer, a profundizar en el estudio de la persistencia de discursos y prácticas pedagógicos más allá de cambios políticos ejemplificados en figuras singulares, y al mismo tiempo representativas de estos complejos procesos, como es el caso de Adolfo Maillo[2][i]. En fin, la obra es una lectura muy sugerente y una herramienta intelectual muy valiosa para inmunizarse frente a los idealismos pedagógicos de cualquier índole.

M. Engracia Martín Valdunciel

Universidad de Zaragoza. Facultad de CC. Humanas y de la Educación. Biblioteca Universitaria.

[1] Puede consultarse parte de su trabajo en la plataforma Dialnet: [http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=163529] Acceso, febrero 2012. Una relación completa de sus trabajos y publicaciones en http://www.nebraskaria.es/nebraskaria/Julio_Mateos.html

[2] Nos referimos a la obra: Mainer, J,. Mateos, J., Saber, poder y servicio: un pedagogo orgánico del Estado, Adolfo Maillo. Valencia, Tirant lo Blanc, 2011, 183 p., ISBN, 9788499212210.

Cómo citar

Martín Valdunciel, M. E. (2012). Reseña de Julio Mateos Montero: Genealogía de un saber escolar. El código pedagógico del entorno. Avances En Supervisión Educativa, (16). https://doi.org/10.23824/ase.v0i16.378

Publicado

2012-05-01